En 1879, un ciudadano francés radicado en La Paz publicó un emotivo mensaje de apoyo a la causa boliviana en el periódico El Titicaca.
Durante el siglo XIX hubo franceses que aportaron al desarrollo de diversas áreas, por ejemplo, en el caso de la prensa y literatura, recordamos las figuras del homeópata Luis de Bonneville, fundador del periódico bisemanal El Verdadero Boliviano (1862) y el diplomático Adhemar d’Arlach, autor de la novela Un doble deber, publicado en La Época, del 21 al 27 de julio de 1852.
En ese sentido, durante la Guerra del Pacífico, un ciudadano francés residente en La Paz expresó públicamente su apoyo a la causa boliviana mediante una publicación efectuada en la prensa local.
Firmada por un republicano francés, L. L., fue difundido en el periódico El Titicaca, en la segunda página de la edición 257 del 12 de junio de 1879.
Dicho texto lo presentamos a continuación y constituye un valioso testimonio de solidaridad y fraternidad que resalta los valores republicanos y la memoria histórica compartida.
¡¡Oh Bolivia tu sacrificio será tu gloria!!
¡Bolivia!
En pocos días el valor de tus hijos vá a enseñar una vez más al mundo que el derecho de tu causa es sagrado. En pocos días más tus hijos, la fuerza de tu vida, van a sacrificar cuando tanto tienen para salvarte!! Regocijaos todos, pronto vais enseñar vuestro valor nunca contestado y siempre admirado.
He visto salir de La Paz este Ejército formado en pocos días; he admirado su porte; he visto que estos corazones destrozados por el abandono de los seres más queridos, lejos de estar abatidos, rebozan de valor y coraje. Oh! soldados, vosotros que vais a sacrificar vuestra vida por vuestra Patria amada, sabed que al momento del combate os admiraremos más, porque sabemos muy bien cuán grande es el sacrificio que vuestros nobles corazones hacen.
En pocos días más el estampido terrible del cañón se va hacerse oír, nobles corazones van a ser sacrificados, vidas preciosas van extinguirse por vuestra felicidad nacional. Pero vuestras cabezas siempre erguidas se levantarán de nuevo con el orgullo de la victoria.
Soldados!!
Recordad el canto sagrado de la Independencia, canto con el cual vuestros abuelos han rechazado la dominación colonial! Recordad el valor que enseñaron, oh! Que ninguno retroceda: Adelante! Adelante! Debe ser vuestro grito, que Bolivia se salve y que yo muera!!
Vuestra Patria os inscribirá con letras de oro en la ya larga lista de sus mártires.
Hermanos!!
Queréis que de sus tumbas salgan vuestros padres, y que os vengan a enseñar valor?- Oh! No, no lo creo; los hijos se harán dignos de sus padres, os sabrán mostrar que en sus nobles corazones late todavía intacto el valor de sus antepasados.
Vosotros que en los campos de batalla vais a ostentar todo vuestro valor; sed leones en el combate, pero clementes después de la victoria; que vuestros brazos de acero hagan conocer vuestra pujanza, pero que coronados por los laureles debidos a vuestro valor os mostréis grandes, y probéis que nuestros enemigos han atacado a un pueblo digno de la admiración y amor universal.
EI vosotras Bolivianas, vosotras que a semejanza de las mujeres de Esparta, sacrificáis vuestra dicha ofreciendo sobre el altar de la patria vuestros hijos, maridos y amados, sed benditas, tened valor y más valor, la hora del sacrificio ya llego para vosotras; la Patria reclama el fruto más querido de vuestras entrañas; sino podéis ir a sacrificar vuestra vida, no es menos vuestro patriotismo porque dais a vuestra Nación bien amada, todo cuanto podéis dar: vuestro amor de madre y de esposa.
Vosotras Madres que habéis hecho el sacrificio de vuestros hijos, que seáis felices, porque habéis bien merecido bien de la Patria; habéis dado vuestro ser entero; vuestras entrañas palpitarán de gozo porque habéis dado a hoy un héroe.
I vosotras lindas niñas del Illimani, vosotras que habéis visto salir al que os prometida un porvenir lleno de dicha, no lloréis!! Volverán y tendréis que estrechar sobre vuestros corazones virginales unos dignos defensores de vuestro lindo país.
Oh! Repúblicas beligerantes, hermanas mías, cuando veo que en lugar de amaros os vais a destrozar; cuando veo que brazos tan necesarios a vuestra prosperidad van a inutilizarse, mi alma llora porque os quiero a todas.
Antes de mataros creeis que un abrazo fraternal, una unión de amor entre vuestros hijos, no os sería más provechoso? Oh! Si, y habríais demostrado al mundo que: los republicanos se aman y son hermanos.- No olvidéis esas palabras fundamentales de nuestra institución.- Libertad, igualdad, fraternidad.- Cuan grande no sería nuestra dicha si en lugar de oír la noticia de una gran batalla, oigamos publicar la nueva de un tratado amistoso y conciliante para todos.- Entonces; Oh! entonces este día feliz sería el más grande de todos, porque en armonía podríamos gritar: Viva la República Viva Bolivia! país de valientes.
Viva la República! unión de los grandes corazones.
Un Republicano Francés a sus hermanos de Bolivia.
L.L.
La Paz, 1879
Por: José E. Pradel B./