El 2 de abril de 2025, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció un conjunto de aranceles comerciales contra más de 180 naciones.
Los aranceles de Trump han intensificado la guerra comercial de Estados Unidos contra China y han llegado también a otros países, incluido Brasil. En los días posteriores al anuncio, varios mercados bursátiles de todo el mundo se desplomaron. Según los expertos, los principales efectos esperados del aumento de aranceles son el aumento de la inflación estadounidense a corto plazo y la desaceleración de la actividad económica. Como es la economía más grande del mundo, todo lo que sucede en Estados Unidos afecta de alguna manera al mercado internacional. Lo mismo ocurre con los aranceles comerciales, que se percibirán de forma diferente en cada país.
Por ello, Trump aplicó su ambicioso paquete arancelario a prácticamente todas las naciones que comerciaban con la mayor potencia económica del mundo, con porcentajes que variaban según el caso. En un esfuerzo de marketing, bautizó la fecha como Día de la Liberación, pero lo que realmente llamó la atención fue el revuelo que causó en el mercado financiero, así como la movilización de analistas para evaluar los impactos en las economías nacionales.
Las reacciones de los países afectados al aumento de aranceles de Donald Trump fueron variadas. Algunos aumentaron sus propios aranceles como respuesta y ordenaron a sus empresas suspender sus inversiones en Estados Unidos. Tras generar inestabilidad y desconfianza en el mercado, Trump dio marcha atrás y anunció una pausa de 90 días en aranceles específicos, con excepción de China, pero mantuvo la tasa global del 10% a las importaciones.
Para Omar Sabbag, profesor de la Facultad de Ingeniería de la Unesp (Brasil) e investigador en el área de agronegocios, los aranceles impuestos trajeron impactos mixtos a la agricultura brasileña. “Brasil recibió un arancel mínimo del 10% y quedó en una posición menos desfavorable en comparación a otros países”, evalúa. El caso más extremo es China, que se enfrenta a tasas de hasta el 145%. “Cabe destacar que Estados Unidos es el tercer principal destino de los productos agrícolas brasileños, detrás de China y la Unión Europea”, afirma Sabbag.
El profesor cree que el nuevo modelo de precios debe provocar un reordenamiento en el destino de algunos productos. “Puede haber un cambio en el flujo de las exportaciones de carne brasileña, ya que Estados Unidos es el segundo mayor comprador del producto, sólo detrás de China”, afirma. Se espera que los sectores más afectados por la medida sean aquellos en los que Brasil no enfrenta una competencia significativa por ser el único o principal proveedor. Es el caso de los productores de café y jugo de naranja, que dependen del mercado norteamericano.
Omar Sabbag cree que el mercado brasileño estará preparado para enfrentar los cambios si hay una planificación estratégica. La principal lección para la agroindustria brasileña es la importancia de diversificar los mercados y reducir la dependencia de un solo socio comercial. El impuesto por Trump pone de relieve que los cambios políticos y económicos externos pueden afectar la competitividad y las ganancias del sector, afirma.
En teoría, con reciprocidad arancelaria, Estados Unidos cobraría el mismo porcentaje sobre las importaciones que cada país aplica a los productos norteamericanos que compra. Sin embargo, esto no parece ser lo que refleja la actual fiscalidad. Para definir qué arancel se aplicaría a cada país, la administración Trump hizo el siguiente cálculo: dividió el déficit comercial del socio con EEUU (cuánto más importa de lo que exporta) entre sus exportaciones a ese país. Después multiplicó el resultado por ½.
Según los expertos, el cálculo tenía motivaciones políticas, ya que utilizaba los déficits comerciales de otros países con EEUU para justificar la imposición. Para Mike O’Rourke, estratega jefe de marketing de Jones Trading, los aranceles de Trump son de naturaleza punitiva para aquellos que tienen superávits con el país. “La administración Trump está apuntando específicamente a las naciones con grandes superávits comerciales con Estados Unidos en relación con sus exportaciones a ese país”, dijo en una nota a los inversores. En cabeza de la lista están San Pedro y Miquelón y Lesotho (50%), Camboya (49%), Laos (48%), Madagascar (47%), Vietnam (46%), Sri Lanka y Myanmar (44%), Siria y las Islas Malvinas (41%), Mauricio (40%), Irak (39%) y Guyana (38%). Más adelante aparecen Pakistán (29%), Kazajstán (27%), India (26%), Japón (24%) y la Unión Europea (20%). Entre los países que tuvieron el arancel más bajo (10%) están Brasil y la mayoría de las naciones latinoamericanas.
Para algunos analistas, el hecho de que Brasil permanezca en el grupo de tributación mínima puede crear algunas oportunidades para el país en el corto plazo. Uno de los principales es el aumento de las ventas de agroindustria a China, ya que se espera que el país reduzca las compras a EEUU como respuesta al alza arancelaria.
Según la consultora económica MB Associados, Brasil también podría beneficiarse de la creciente demanda china de soja, maíz, carne y otros productos básicos prevista para los próximos años. En un informe publicado por la BBC, la consultora prevé que habrá una “tendencia a que Brasil también se acerque al Sudeste Asiático, Japón y Europa, aumentando el flujo comercial con esos países”.
Por otro lado, algunos sectores importantes para la economía brasileña sufrirán más con el aumento de tarifas. Es el caso del aluminio y el acero, que el gobierno de Trump gravó con 25%, independientemente del origen, según destacó Constanza Negri, gerente de Comercio e Integración Nacional de la Confederación Nacional de la Industria (CNI). En una entrevista con la BBC, señala que los derivados del hierro y el acero son el segundo rubro de exportación más importante a EE UU, con un volumen de ventas de US$ 2.800 millones en 2024. Son superados solo por el petróleo, que totalizó US$ 5.800 millones en exportaciones al país el año pasado. “Las posibles ganancias pueden afectar a algunos sectores, pero el balance general es preocupante para la producción brasileña”, dice Negri.
Un enfoque importante. Roberto Azevêdo, ex director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y presidente de operaciones de Ambipar, tiene la misma opinión. Expresó preocupación por el nuevo contexto del comercio internacional, pese a las oportunidades específicas que puedan surgir para Brasil. La inflación aumentará, la economía mundial podría desacelerarse, podría haber una reorganización de los flujos comerciales globales, las cadenas de suministro podrían cambiar. Y, en este contexto, esto tendrá un impacto en todos los sentidos. En conclusión, es una idea mayoritaria que Brasil y el Mercosur, por excepción, se benefician de impuestos más bajos y de la posibilidad de fuertes inversiones chinas y de los Brics en la región.
Por: Tulio Ribeiro/