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Eduardo Del Castillo: ministro exitoso, muy buen candidato

Una vez que el Movimiento Al Socialismo - Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos logró su reestructuración y recuperó su esencia: la inclusión, participación y decisión popular, de las bases y los movimientos sociales que le dieron vida, se inició una nueva e irreversible senda: la necesaria renovación de las esferas de conducción del Proceso de Cambio.

Es a partir de esto que debe analizarse la candidatura del exministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo a la presidencia, sin perder de vista el gesto de grandeza y visión política del presidente Luis Arce quien, con legítimas aspiraciones y respaldo para postular a la reelección, antepuso el bienestar colectivo a cualquier ambición personal.

En el inicio de un nuevo periodo de vida, y llevando en los hombros la esperanza de millones de militantes y simpatizantes, Eduardo Del Castillo se presenta ante un enorme reto con un sólido cimiento sustentado en una gestión destacada en la cartera de Estado que dirigió por más de cuatro años, y por el liderazgo y carisma demostrados en su aún joven pero auspicioso camino en el ámbito político.

Manejar el Ministerio de Gobierno es, acaso, uno de los mayores desafíos en el panorama del poder político. Requiere tanto de capacidad de mando como de diálogo, pero, ante todo, de amplio criterio y buen arbitrio. Del Castillo superó con creces este reto, y para prueba baste mencionar algunos de los logros en su gestión: la interdicción contra las drogas consiguió los mejores resultados históricos, ratificando la pertinencia del modelo soberano boliviano: más de 155 toneladas de cocaína incautadas en cuatro años y medio, y nada menos que 66 toneladas solo en 2024. Pero el combate contra el narcotráfico viene de la mano del manejo criterioso de los cultivos de la hoja de coca y de la política de Estado sobre el milenario arbusto: por un lado, el promedio de erradicación en estos años fue de 10.000 hectáreas anuales, sobrepasando el mínimo establecido por ley; y por otro, se consolidó, en estrecha colaboración con Cancillería, una política nacional de promoción de la despenalización de la hoja de coca. En otros rubros de esta cartera de Estado, no se puede dejar de mencionar el avance en el derecho de los bolivianos a la identidad e identificación: el Segip va a paso seguro hacia la meta de declarar al país libre de indocumentados; la implementación de los estados digitales, para que la ciudadanía vaya a tono con la época; de un moderno sistema de control fronterizo; además de la cada vez más eficiente gestión en seguridad ciudadana, son otros puntos a destacar.

Son, a todas luces, suficientes las razones que llevaron a los representantes de las organizaciones sociales del Pacto de Unidad a elegir a Del Castillo para encarar el desafío de encabezar un nuevo ciclo de la Revolución Democrática y Cultural, en un momento complejo ante el rearme de la derecha que quiere retornar a una Bolivia colonial y excluyente.


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