Con su corona también se ganó el derecho de representar al país en la Liga Sudamericana de Clubes.

España se convirtió en finalista tras una brillante campaña dejando en el camino a rivales como Países Bajos y Suecia.

El cuadro celeste fue un claro dominador del encuentro pero le faltó contundencia y claridad en la ofensiva para ganar por una mayor diferencia de goles.

Ricardo Formosinho fue un dictador al pretender imponer un sistema de trabajo muy exigente y con respuesta inmediata, algo que no agradó a los jugadores.